Promesa maravillosa
Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento (Isaías 65:17)

Soy una amante de la naturaleza, ¡me encanta la vida del campo! Después del banquete espiritual del sábado, complemento el fin de semana con el domingo, disfrutando el día con las cosas que èl creó. ¡Cómo lo espero cada semana!
Aprovecho cada domingo para  viajar con mi esposo a una pequeña finca que tenemos en las afueras de la ciudad y así disfrutar el día en medio de la naturaleza.
Si en este mundo, deteriorado por el pecado, y a pesar de la mano criminal del ser humano, podemos disfrutar de parajes naturales tan hermosos que tiene nuestro planeta, ¿cuánto  más disfrutaremos cuando Dios haga realidad esa maravillosa promesa de darnos una tierra nueva?
En ese lugar no habrá más tristeza ni dolor. No tendremos que esperar los frutos de cada temporada porque allí estará el árbol de la vida que Dios nos ha prometido, el cual dará doce frutos, uno por cada mes y donde estarán el lobo y el cordero juntos. ¿Acaso no te emociona pensar en ese lugar? También habrá un río cristalino que sale desde el trono de Dios. ¡Cómo anhelo disfrutar ya de todas esas maravillas!
Pero antes de llegar a ese lugar y disfrutar de esa maravillosa promesa, mi vida debe permanecer unida a la de Cristo aquí en la tierra, a través del estudio de su Palabra y la oración, y también contándole a otras personas de su promesa de darnos un hermoso lugar. Eso lo hacemos por medio del trabajo misionero y de hacer el bien al prójimo.
Durante este día, te invito a mantener nuestra vida unida a la de Cristo Jesús, y entonces recorrer juntas esos senderos maravillosos de la Nueva Jerusalén.